En un emotivo acto en el que, por primera vez, al entrar al camarín los devotos encontraban a la Virgen mirándolos, los gestos de amor, ruego, súplica, alegría y agradecimiento se han sucedido en la intimidad que presta estar un momento a solas con Nuestra Madre.
Desde las ocho y media de la mañana del sábado hasta las nueve de la noche del domingo, los fieles han visitado y disfrutado de un momento de intimidad con Nuestra Madre en los que se han sucedido momentos de oración y silencio. Un acto reverencial que sólo se ha visto interrumpido durante la noche del sábado al domingo con la celebración de los turnos de vela en los que los asistentes han rezado y meditado ante la Virgen.
El domingo, abría el acto la Misa de Alba presidida por el párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, Eugenio Bujalance Serrano, acompañado de los cantos de la Asociación de Jóvenes Cristianos que tras la eucaristía y, ya en el camarín, cantaron el himno a María Santísima de Araceli.
Han sido familias completas las que se han presentado ante la Virgen, niños que con sus muñecos se acercaban a la Patrona de Lucena, parejas que presentaban a sus hijos nacidos durante la ausencia de la Patrona y personas mayores que, a pesar de los años, han hecho un esfuerzo por estar junto a su Madre.
Como ocurriera en el Besamanos Extraordinario celebrado en el Santuario en 2016, los fieles han podido dejar un rosario a la Virgen para llevarse el que Nuestra Madre sostenía en su mano.
📸 Joaquín Ferrer López de Ahumada y Jesús Cañete Fernández