En torno a las siete de la tarde del pasado domingo, 25 de mayo, y al término de la Misa de Despedida, hacía su salida procesional desde la parroquia de San Mateo el paso procesional de María Santísima de Araceli camino del recuperado templo de San Pedro mártir de Verona.
Era portada Nuestra Madre por una cuadrilla de santeros formada por miembros de la Junta de Gobierno de la Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Aurora, de su Coro de Campanilleros y de sus más estrechos colaboradores a las ordenes de su manijero, don Antonio Maíllo Servián.
Lucía la Virgen toda su hermosura, ataviada con el terno blanco de la Coronación, sobre el trono de la María Santísima de la Estrella, de la cofradía del Huerto, sin palio, y con las candelerías arboreas del paso procesional de Nuestro Padre Jesús en el Sagrado Lavatorio; amablemente cedido todo por las correspondientes hermandades.
Abría la procesión la Banda de Cornetas y Tambores de la hermandal del Stmo. Cristo de la Humillación de Lucena; a continuación la Cruz con enagüillas de la Capilla de Jesús Nazareno acompañada por dos parejas de miembros de las juntas de gobierno de las corporaciones nazarenas y aracelitanas. Luego iba un tramo de velas y promesas; después, representaciones de las dos instituciones, la corte de Damas Aracelitanas, los párrocos de San Mateo y de Santo Domingo de Guzmán, el paso procesional de Nuestra Madre y para cerrar la Sociedad Didáctico Musical Banda de Música de Lucena.
Todas las calles del recorrido habían sido adornadas por el vecindario con banderines, colgaduras, mantones de Manila, etc. No faltaron los lanzamientos de pétalos de flor en cada calle o las bengalas y los cohetes al paso de la Virgen.
Especialmente emotivo resultó el paso por la parroquia de Santo Domingo de Guzman donde el cortejo era saludado por representaciones de las hermandades radicadas en ella y donde el cancel de la puerta lateral había sido bellamente adornado colocándose, como motivo central, el cuadro el mártir lucentino Raimundo García Moreno; o el tránsito por toda la calle de la Aurora donde continuamente se le iban dedicando a la Virgen hermosos fandangos de Lucena.
La ermita de la Virgen de la Aurora había sido bellamente adornada para la ocasión sacando hasta su cancel a la imagen titular y con un hermoso arco floral en su puerta. A la llegada del paso de Nuestra Patrona hasta su puerta, el Coro de Campanilleros de la Virgen de la Aurora dedicaba hermosas canciones a la Virgen, instantanea que se repetiría en varias ocasiones, hasta que entró en el templo de San Pedro Mártir.
Aproximadamente a las diez de la noche hacía su entrada triunfal Nuestra Señora en el recuperado templo nazareno, que había sido consagrado al culto en la pasada Cuaresma, circunstancia que no se daba desde una visita que realizara a ese lugar allá por 1840.
En el presbiterio, sobre gran estrado, la Archidofradía hermana había situado la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. A su entrada, la Virgen era recibida con hermosas palabras por el párroco, don Nicolas Rivero Moreno para rezar a continuación Salve solemne.
Por la noche, una vez cerrada la iglesia, Nuestra Señora de Araceli era situada junto a la imagen del Nazareno, en el mismo estrado, a la espera de celebrar la “Semana con Jesús y María”, un programa repleto de actos que culminarán con la Misa de Despedida y la salida en romería hacia el Santuario aracelitano en la mañana del domingo 1 de junio.
Fotos: Antonio José Bergillos Servián.