Durante este fin de semana, un grupo de devotos aracelitanos y miembros de la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, ha peregrinado hasta el Santuario de Torreciudad, en el norte de la provincia de Huesca. Casi dos mil kilómetros de distancia han recorrido en autobús, realizando el trayecto de ida y vuelta desde Lucena, y solamente movidos por la devoción y el ánimo de llevar a la Virgen de Araceli hasta el citado Santuario para entronizarla.
A las diez y media de la mañana llegó el autobús, donde viajaban unas setenta personas, a la explanada del Santuario, donde ya esperaba el rector y los responsables del templo. Sobre una mesa se prepararon las andas con la Virgen, obra de nuestro paisano don Rafael Cantizani. Dio inicio la procesión precedida por cruz y ciriales hasta el interior del templo, donde sonaba el impresionante órgano para recibir a la patrona de Lucena. Ante la escalinata del presbiterio quedó la Virgen toda la mañana, mientras el grupo fue atendido afectuosamente por los guías del Santuario, que mostraron todas las salas y dependencias, así como la iglesia, donde un magnífico retablo de alabastro, en honor de la Sagrada Familia, alberga en sendas hornacinas la imagen románica de Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad, y el Santísimo Sacramento. Aunque el Santuario actual es de reciente construcción, gracias al amor a la Virgen y la fe de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, que impulsó la construcción del nuevo templo, bendecido en 1975 y a cuya prelatura está encomendada la labor pastoral del Santuario.
A las 13,15 h. se celebró la eucaristía, presidida por el rector del Santuario, con la presencia del grupo de peregrinos y otro grupo que realizaba un retiro espiritual en las instalaciones. Miembros del grupo lucentino intervinieron en la eucaristía, que concluyó con unas palabras de agradecimiento del hermano mayor hacia el Santuario de Torreciudad. Al final se cantó el himno y numerosas canciones aracelitanas, así como fandangos de Lucena. En este ambiente, las mujeres ataviadas con el traje típico de lucentinas, portaron a la Virgen hasta la cripta, donde quedó entronizada junto a unas cuatrocientas imágenes de patronas de muchos lugares de España, y del resto del Mundo. En palabras del rector, se llenaba el doloroso hueco que durante años estuvo reservado a la Patrona de Lucena y del Campo Andaluz.