Buenas noches nos dé Dios y su Bendita Madre:
Me alegra mucho saber que os volcáis con la Misión Picota, se notan vuestras oraciones y ayudas, Dios os pague todo. Este primer mes que llevo en estas benditas tierras selváticas de Perú está siendo muy intenso e impactante, ya que el campo de trabajo de la misión es tan grande y diverso, no sólo por la extensión y los pueblecitos, sino también porque constantemente me surge algo que hacer por estas gentes tan alegres con tan poco, pero a la vez, tan débiles.
Doy gracias a Dios por poder ser aquí el representante de todos vosotros, pues no me siento solo y sé que tenéis a Picota como algo vuestro desde el momento que me enviaron.
Es difícil contar las experiencias vividas en tan poco tiempo, sé que sabéis del calor que está haciendo, es como nuestro agosto pero más húmedo, aunque ya me estoy aclimatando. No dejo de sudar y los mosquitos hacen de las suyas.
Las gentes de aquí son muy cariñosas y uno ve cómo continuamente lo reclaman para ir a sus comunidades a celebrar los sacramentos, “la mies es mucha pero los operarios pocos, rogad al Dueño de la mies ….” En cada pueblecito hay un grupo de animadores encargados de prepararlos para recibir los sacramentos y cuando llego, celebro en una misma Misa: Bautizos, Confirmaciones, Comuniones, Bodas, primeras Comuniones, Confesiones, veo a los Enfermos y le doy la Unción en el mismo acto (sólo me queda ordenar Sacerdotes).
Ya han estado aquí la general de las Obreras del Sagrado Corazón de Jesús, una orden de fundación cordobesa, que van a establecer una comunidad aquí. Empezaran en Shamboyacu con tres hermanas a principio de febrero y si Dios quiere serán ellas las que se hagan cargo del “Hogar de Niños de Nuestra Señora de Araceli”.
Anécdotas ya me han ocurrido bastantes, como que dormí con un sapo verde grande y cuando lo vi por la mañana saltando hacia mi cama, no veas el pingo que di, y con una escoba le invite a salir.
Pero las vivencias más fuertes son con los enfermos y la limitación que hay aquí con la sanidad; jóvenes, niños, adultos que padecen enfermedades, a los que tenemos que apoyar para que se operen en Tarapoto, pagándoles casi todo. A una joven catequista de pre-juveniles, con un dolor, si tardamos dos horas más en llevarla a una clínica de Tarapoto ya os imagináis. Tenía peritonitis.
No os quiero asustar, porque lo bueno que Dios te pone delante es mayor que las dificultades. Así que a continuar todos siendo misioneros, cada uno desde nuestro ambiente pero todos unidos en oración sabiendo que es el Señor el que nos impulsa a ser sus testigos en todo el mundo.
Que Nuestra Madre Santísima de Araceli nos enseñe a ser sal y luz en cada acontecimiento, por difícil que sea el momento, y agradezcamos cada día el don que nos da: la fe, la familia,… Quiero saludar y agradecer a todos los que realizan esta obra de teatro, a los que habéis colaborado con vuestra asistencia, y a la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli por ser el puente entre todos nosotros.
Unidos en oración, que Dios os bendiga.
Un abrazo de vuestro amigo Leopoldo.