Durante la última semana de estancia de la Virgen en San Mateo, y de forma especial para el acto de clausura del Año Jubilar Aracelitano, la señora camarera, doña María Dolores López Cibantos, ha escogido uno de los atuendos que más comentarios ha suscitado entre los devotos aracelitanos, tal vez por el desconocimiento de su procedencia o antigüedad.
Se trata del denominado terno carmesí, traje que donó en 1772, año en que se bendijo la capilla sacramental de San Mateo, la duquesa consorte de Medinaceli, la señora doña María Petronila de Alcántara Pimentel (1746-1802). El manto, la saya, corpiño y faldón del Niño Jesús están bordados en plata, directamente sobre el tejido de seda. Según costumbre, este bordado se ha denominado como de estilo cordobés, y fue el manto principal que lució la Virgen en su fiesta grande desde su estreno hasta prácticamente finales del siglo XIX. Este atuendo se complementa con las clásicas flores de talco sobre la falda, la corona de calabaza, del siglo XIX, que fue restaurada el pasado año, el rostrillo de filigrana de plata, así como el conocido rosario de las tres medallas, pieza del siglo XVIII, expuesta habitualmente en la Casa de la Virgen.
Con este traje y sus complementos se ha buscado un reencuentro con la estampa decimonónica de la Santísima Virgen de Araceli, devoción lucentina de ahora y de siempre.