Espléndida resultó la mañana del 14 de junio, el excesivo calor de la última semana había dado paso ya a unas jornadas primaverales que propiciaron la participación masiva del pueblo aracelitano en la Romería de Subida.
A las siete y media de la mañana, en el templo de San Mateo se celebraba la Misa de Romeros presidida por el Ilmo. Sr. vicario episcopal de la Campiña y capellán consiliario de la Archicofradía, don David Aguilera Malagón; en el acompañamiento musical, como todos los años, estaban los integrantes del Coro Aracelitano “La buena gente”. Asistía representación de la Archicofradía y de la Obra Pía de Nuestra Patrona, la Corporación Municipal con sus cargos recién estrenados del día anterior, la Corte de Damas Aracelitanas, autoridades judiciales, fuerzas de seguridad, la cuadrilla de santeros y muchos simpatizantes del Club de Fútbol Sala Lucecor, así como numerosísimos hermanos y devotos de la Virgen que abarrotaban el templo.
Tras la despedida que el Sr. Capellán dedicaba a la Santísima Virgen y una mención especial y cariñosa de reconocimiento al sacristán de la parroquia, don José Quirós, que este mismo mes se jubilará en su puesto, partía la Sagrada Imagen de la Virgen sobre las ocho y media de la mañana.
Abría el cortejo la Agrupación Musical del Stmo. Cristo de la Humillación de Lucena, a continuación el pueblo en alegre y bullicioso acompañamiento donde, con júbilo e inmersas entre el gentío cantaban y bailaban las integrantes de la Corte de Damas Aracelitanas. Tras el paso de la Virgen, las representaciones oficiales y la Sociedad Didáctico Musical Banda de Música de Lucena. Y cerrando el cortejo, cerca de veinte carrozas, alegremente adornadas, donde asociaciones y peñas lucentinas acompañan la subida romera.
Emotivo resultó el paso de la Virgen por la residencia de la tercera edad “San Juan de Dios” donde estaban muchos de los internos esperando su llegada. Y, como cada año, el momento en que la imagen de Nuestra Señora se giraba, en los jardines del Maestro don Antonio Villa, para despedirse de su pueblo, produciéndose allí también la despedida oficial.
No faltó en los seis kilómetros de recorrido, en torno al trono de Nuestra Señora, el pueblo aracelitano que lo tomaba sobre sus hombros para subir, en animado paso, hasta la cumbre aracelitana con la única interrupción del momento en el que, en la Primera Cruz, se le cantaba la Salve a María Santísima de Araceli.
Llegando la Virgen al aparcamiento inferior del Real Santuario, de nuevo la cuadrilla de santeros volvió a colocarse bajo el trono romero y en un horquillo, largo y reposado, subió hasta la explanada superior a Nuestra Señora que hacia las dos de la tarde hacia su entrada en el templo. Y tras el canto de la Salve, como cada año, se daba por concluido el anual encuentro de María Santísima de Araceli con su pueblo en las celebraciones de las Fiestas Aracelitanas. Luego quedaba sólo el trabajo de su Junta de Gobierno para recoger enseres y trasladar la Santísima Imagen de la Virgen a su real estancia en el camarín donde durante todo un año estará recibiendo a fieles y devotos para ejercer como medianera celestial de sus ruegos y agradecimientos.
Galeria fotográfica de Pedro del Espino
Galeria fotográfica de Paco Almagro