Durante el pasado fin de semana se han celebrado los cultos y la procesión del Santísimo Sacramento por las calles de Lucena, actos organizados por su Venerable Archicofradía con toda solemnidad. Con motivo del 450 aniversario de la llegada de la Virgen, en esta ocasión se invitó a la Real Archicofradía a participar en la eucaristía del último día de Triduo, que presidió don Miguel Morilla Rodríguez, vicario parroquial de San Mateo. El hermano mayor del Santísimo, don Rafael Pineda del Espino, se dirigió a la Virgen en su monición de entrada con hermosas palabras: Son ya 450 años que nuestra Madre Dulce y Buena está con todos nosotros, escuchándonos e intercediendo, y para que al igual que Ella lo hizo en su día, nosotros también seamos capaces de decir sí a Dios, y trabajar por los demás para extender su otra y su palabra. En esta noche, Virgen de Araceli, nos ponemos en tus manos, para que seas tú la que nos proteja, nos ilumine y nos acompañe en la aventura que supone esta misión. Porque en Ella encontramos la imagen real y perfecta de la mirada maternal y confidente de Dios. Ella ha sido durante generaciones y generaciones de lucentinos, un refugio y un aliento para seguir avanzando por los caminos, a veces difíciles de nuestra vida. En ella hemos visto siempre una presencia divina que nos asegura la cercanía del Creador a todos nosotros.
En la procesión del domingo, como lugar de preeminencia, fue distinguida esta archicofradía en la persona de dos hermanos que portaron el palio de respeto tras la carroza sacramental.