Lucía Nuestra Señora el manto verde recuperado en 2007 por don Mariano Martín Santonja a juego con el techo de palio, también verde, adornado con bambalinas de malla tranparente bordadas en oro, todo realizado en aquella fecha por el mismo bordador. Tanto el vestido del Niño como la falda y el pecherín de la Virgen eran de color rojo, las piezas correspondientes al terno que se estrenara en 1896, obra de los talleres Silva de Sevilla.
Miles de devotos aracelitanos acompañaban la procesión con sus promesas. En la presidencia, nuestro hermano tesorero, don Rafael Ramírez Luna, acompañado del hermano mayor en funciones de la archicofradía nazarena, don Gonzalo Beato Cantizani, del presidente de la Agrupación de Cofradías, don Antonio Díaz Serrano, y del hermano mayor de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad de Lucena, don Pedro Luis Gómez Morillo, en el 450 aniversario fundacional de su hermandad.
Precedía el paso de Nuestra Patrona un cuerpo de acólitos formado por seis ciriales con pertiguero. Cerrando el cortejo procesional asistía a la procesión representación completa del clero lucentino presidida por el Ilmo. Sr. vicario episcopal de la Campiña, don David Aguilera Malagón; del Ilustre Colegio de Abogados de Lucena, de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y la Corporación Municipal bajo mazas.
Representaciones de la Agrupación de cofradías y de las hermandades filiales, de la Orden Franciscana Seglar, de las hermandades filiales de María Santísima de Araceli en Córdoba, Sevilla y Málaga y de la Obra Pía de Nuestra Patrona también participaban en el cortejo. Tras ellos, los tres antiguos hermanos mayores que desde hace siete años acompañan también a la Virgen en la procesión: don Teodoro Écija Cordón, don José Rodríguez Delgado y don Pedro del Espino Gómez. Y justo antes de la bandera de la Archicofradía la Corte de Damas Aracelitanas ataviadas con la clásica mantilla española.
Abría la procesión el estandarte granate conocido como “de la Obra Pía”. La Virgen era acompañada, además, por un centenar de mujeres, también adornadas con la mantilla española y la banda de cornetas y tambores Santa María Magdalena de Arahal. Y cerraba todo el cortejo la Sociedad Didáctico Musical Banda de Música de Lucena.
Tras su habitual recorrido triunfal por las calles de la ciudad donde se fueron sucediendo incontables lluvias de pétalos de flor al paso de la Virgen y numerosos fandangos de Lucena, especialmente a Ella dedicados, a las once y media de de la noche hacía su entrada Nuestra Señora de Araceli en la Plaza Nueva. Durante media hora se fueron sucediendo los fuegos artificiales en el cielo lucentino al tiempo que sonaban cantos aracelitanos. Y a las doce en punto finalizaba el “día grande de Lucena” con el fuerte estruendo de la tronada final y el trono de la Virgen enmarcado dentro del dintel parroquial.