Ayer nos dejaba, en este mundo, un aracelitano ejemplar, nuestro querido amigo Paco Varo Moya. Los brazos de la Madre Dulce y Buena de Araceli lo acunan ya suavemente, allí donde el tiempo no cuenta, para presentarlo ante el Juez Supremo.
Paco viajaba ayer cargado de mucho amor y de buenas obras. En esta vida, amó a su familia, a sus amigos, su profesión, su cofradía de la Virgen de Araceli, su Orden Franciscana, su…. Tanto amor regaló, que era querido y apreciado por todos. Y cuando un hombre ama como él lo hizo, con el corazón en la mano, ciertamente no muere, pues permanece entre todos los que fuimos afortunados por su presencia.
Siempre de buen humor, siempre regalando, a cuantos con él se cruzaban, dichos, gracejos, bromas, palabras de aliento… A su labor, constante y callada, se debe gran parte del contenido documental y expositivo de la Casa de la Virgen de Araceli. En nombre de Nuestra Señora no escatimaba esfuerzos para llamar a las puertas de cuantas casas tenían algo que aportar para tan digna causa.
Porque lo merecía, como pocos, la Real Archicofradía aracelitana lo distinguía con el título de “Cofrade de Honor” en septiembre de 2006.
Gracias por haber compartido con nosotros, por habernos amado y por habernos entregado parte de tu vida. Gracias amigo Paco. Descansa ahora en paz.