El pasado viernes, 21 de septiembre a las 11:30 de la mañana, Juan Miguel de la Rosa , a través del móvil escribía

“He Llegado.
Gracias a Dios.
Gracias a Nuestra Señora de Araceli.
Gracias a todos los que de una forma u otra estuvisteis a mi lado.
Gracias de corazón.”

Atrás quedaban 90 días de camino y 2350 kilómetros recorridos: 950 por suelo español, otros 600 por territorio francés y 800 más a través de Italia.

La web http://www.radiolucena.es/; a cuya emisora agradecemos sinceramente la ámplia cobertura informativa que con regularidad, contactando telefónicamente tres veces a la semana, ha dedicado a la peregrinación; publicaba el pasado sábado un hermoso artículo donde se podía leer lo que sigue:

“Nada puede ser igual en adelante” ha señalado en relación con la experiencia vivida.

Ligero de equipaje, pero animado por las más que seguras irrepetibles vivencias que le aguardaban en su periplo, Juan Miguel de la Rosa salió del Real Santuario de Aras el 24 de junio con destino a la ciudad de Roma. En su mochila, junto a las hojas de ruta,  las credenciales con su identidad y su misión, como documento franco para procurar la ayuda material y personal que pudiera requerir en esta peregrinaje que le llevaría a realizar a la inversa el recorrido que la patrona de Lucena hubo de realizar en 1562, desde el Monte Capitolino, a la Sierra de Aras. Amaneceres espectaculares, parajes insospechados, pero sobre todo, muchas horas de soledad sintiendo la libertad de un modo de vida de permanente itinerancia.

Juan Miguel ha pernoctado en edificios llenos de historia y  sobre todo repletos de historias, de las que el paso del tiempo ha ido cincelando piedra sobre piedra   o de las que las hospitalarias gentes de tres países que han acogido al peregrino han llenado sus horas de reposo tras la caminata. A punto de alcanzar su objetivo en la mañana de este viernes 21 de septiembre, el peregrino nos confesaba tener una sensación contradictoria: la plenitud de la misión cumplida y la certeza de que ya nada será igual. Con ganas de abrazar a su madre y a los amigos que le esperan en  Córdoba, Juan Miguel siente nostalgia por el que ha sido su modo de vida en los últimos tres meses.

Desde Lucena, una pequeña embajada encabezada por Antonio Rabasco, presidente de ATUL que caminó junto al peregrino los primeros kilómetros por vías de la Subbética en aquéllas ya lejanas jornadas del mes de junio, se desplazaba hasta Roma para acompañar a Juan Miguel. Juntos visitaban la Basílica de “Santa María in Aracoeli”, donde entregaba sus documentaciones y su párroco sellaba la credencial del camino y le firmaba en la carta de presentación.

Camino de regreso, escribía el peregrino:

“De vuelta a casa.
Abandono la “bellísima Roma” y con ello dibuja su fin la estela de sentimientos, experiencias y propósitos que amalgaman los pasos dados en esta peregrinación
Camino a Córdoba haré una deseada visita al Santuario de María Santísima de Araceli para dar gracias por su inspiración y amparo en el camino.
Gracias de nuevo por estar a mi lado.”

Confiamos en que, finalmente, “el camino de peregrinación que une Lucena con Roma”, como presagiaba Juan Miguel, haya supuesto realmente “el descubrimiento de una nueva constelación entre dos viejas estrellas”.