Con motivo de la celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, María Santísima de Araceli se muestra ataviada con la saya de seda celeste e hilos de plata que, junto al traje del Niño, fue estrenada en 1905 haciendo juego con el manto que un año antes se había ofrendado para festejar el L aniversario de la proclamación del Dogma por parte del papa Pío IX. El mismo pontífice, en 1851, había sido el encargado de ratificar el patronato de la Santísima Virgen de Araceli sobre Lucena, noticia recibida con gozo en nuestro pueblo y que quiso conmemorarse con la edición de un grabado especial, inspirado en otros anteriores, y realizado en la imprenta malagueña de Francisco Mitjana. En el grabado, el rostro de Nuestra Madre está enmarcado por un rostrillo de encajes como el que en esta ocasión porta. Estos rostrillos de finísimas blondas fueron el origen de los de joyería, que finalmente acabaron por sustituir a los textiles después de algunas décadas, principalmente hasta mediados del siglo XIX, en que se alternaban. El Ara más bella del Cielo aguarda la visita de sus hijos en su santuario.
Torre fuerte de pureza,
castidad inmaculada,
Virgen y Madre sagrada
del Dios de la fortaleza.
Puro amor, pura belleza
que enciende en amor el hielo.
Ara Sagrada del Cielo,
nuestra Madre y protectora
en ti fundamos, Señora,
nuestra esperanza y consuelo.