En el cielo, una mujer vestida del sol, con Lucena a su pies
Pedimos prestadas a San Juan estas palabras apocalípticas que definen a la Virgen María, porque valdrían para expresar los sentimientos aracelitanos en la tarde de la Bajada. Bajó de su Santuario la Señora, desde ese techo o cielo de Lucena, pero no fue la luna, sino miles de lucentinos los que se dieron cita en las inmediaciones de la Sierra de Aras para honrarla y traerla. Todos a sus plantas, rezando y cantando. Fue una de esas tarde inolvidables, acariciada por la calidez del buen tiempo primaveral, y también, por las ganas de echarse a la calle de buena parte de la población, reprimida por un invierno largo y una semana santa de lluvia. Lo de ayer fue distinto, espontáneo y alegre, un estallido de esa Lucena que sabe alegrarse con su patrona.
Desde primera hora de la mañana, en autobuses, coches particulares o bien a pie, el Santuario se fue llenando de personas. Muchas de ellas, a las 11:30 h de la mañana ocuparon el templo, que presentó un aspecto impecable. En la Misa de Romeros. Los cantos estrenados del Coro de la Buena Gente acompañaron la liturgia, presidida por el capellán y vicario episcopal de la Campiña, el Ilmo. Sr. don Jesús Poyato Varo.
A las tres en punto de la tarde, en medio de una multitud de fieles aracelitanos, tenía lugar la salida de la Patrona de Lucena y del Campo Andaluz entre el ruido de cohetes y campanas, para iniciar el camino que la lleva hasta el presbiterio de san Mateo. La Virgen vestía su traje rojo, que estrenado en el Bajada de 2010 no pudo lucir por las inclemencias del tiempo, pues en aquella ocasión todo el trayecto el trono anduvo cubierto. Pero en la tarde del 21 de abril de 2013, el sol arrancó destellos en su flamante vestido de pastora, o más correctamente, de camino. Muy acorde, sin duda, por su colorido fue el adorno floral que llevó la Virgen.
Correspondió el honor de mandar la cuadrilla de santeros a don Francisco Javier Reyes Ávila, que curiosamente contó hasta con 15 santeros que no habían salido previamente bajo los varales de la Santísima Virgen. Sin duda, para todos ellos, quedará también en su memoria esta Bajada por la buena santería desarrollada. Muy rápido se efectuó el traslado del trono en los periodos en que el pueblo la llevó, prácticamente desde el cruce de caminos hasta las cercanías de la Puerta de la Mina, con la única excepción de la Salve en la Primera Cruz. En esta ocasión fue la Salve del Maestro Villa, la del Campo Andaluz, por ser pieza ya popular que ha calado en la mayor parte de cuantos suben en romería.
A las siete, con salvas de honor, entraba la Virgen de Araceli en Lucena por la Puerta de la Mina, sumándose al cortejo la Corporación Municipal, Clero, Representantes de las Fuerzas de orden público, juzgados de Lucena, colegio de abogados y la nueva Corte Aracelitana. La corte de 2012 esperaba a la Reina del Campo Andaluz en los balcones de la Casa de la Virgen para arrojar pétalos al paso del trono.
Muy lucido fue el paso por la calle de Las Torres, calle a la que por circunstancias diversas no había accedido el cortejo en los seis años anteriores. Al entrar en la Plaza Nueva la Agrupación Musical Cristo de la Humillación estrenó su adaptación del Himno Oficial de la Virgen, que fue recibida en San Mateo por don Jesús Poyato. Allí no cabía nadie más.
Esa noche la Virgen quedó preparada ya para este primer tramo de las Fiestas Aracelitanas 2013 y último del Año Jubilar, entronizada sobre su dosel neogótico, luciendo el manto rosa recién restaurado, aquel que la Corporación Municipal de 1955 regaló con motivo de haberla nombrado Alcaldesa Honoraria y Perpetua. Y es verdad, porque aunque “su reino no es de este mundo”, queda probado un año más que aquí la que manda es Ella: María Santísima de Araceli.