Con un dominio excelente, fruto de una enorme labor de investigación, don Luisfernando Palma Robles en la tarde-noche del día 18 de abril abordó bajo el título de Andalucía Mariana y Lucena Aracelitana en el Sexenio Democrático, la historia de la devoción en este periodo convulso de la historia de España que abarca desde 1868 hasta 1874. Para centrar el tema hizo una rápida semblanza del momento que se conmemora en este Año Jubilar, la llegada de la Virgen en 1562, valorando algunos aspectos que pudieran hacernos pensar en que la devoción hubiese empezado años antes, y presentando otros, como el expediente de probanza de linaje del caballero Juan de Onieva, como de absoluta garantía para certificar esta fecha, siendo la lacónica noticia que se encuentra en el archivo municipal, simplemente una disposición relativa a la preparación de la llegada con tambores.

En el segundo punto se extendió sobre la costumbre de coronar imágenes de la Santísima Virgen en España a partir del siglo XIX; Santa María de Veruela, Virgen de la Cabeza, Virgen de las Angustias, Virgen del Rocío, y la primera en la diócesis, Nuestra Señora de Araceli, tema que inició con una estadística oficial aportando el dato de que más del cincuenta por ciento de los encuestados, al ser preguntados sobre una devoción personal, daban el nombre de una imagen mariana. De cada época hizo referencia a fuentes escritas consultadas, siendo significativa la edición de un texto referende a Andalucía, de principios del siglo XX, a la que denomina como “Tierra de María Santísima”.

El tercer bloque fue para centrarse en los hechos acontecidos en la Sevilla del Sexenio Democrático, sobre el posible fusilamiento de una imagen mariana, hecho llevado a prensa liberal y conservadora,que dieron en cada caso matices distintos. En base a este hecho se organizó en Lucena un solemne acto de desagravio, con predicaciones, según indicó en las crónicas de Tenllado Mangas, de siete cuartos de hora, y la procesión conjunta de Nuestro Padre Jesús y la Virgen de Araceli.A pesar de las circunstancias políticas, hubo un incremento patrimonial en los enseres de culto de la Virgen, y la renuncia progresiva de varios capellanes, entonces nombrados por el Ayuntamiento, por no jurar la Constitución de 1869.