Situada en la cumbre más alta del Monte Capitolino de Roma, se alza la Basílica de “Santa María in Aracoeli”. Originalmente, esta iglesia recibió el nombre de “Santa Maria in Capitolo”, por el lugar en que se encontraba; habiendo sido rebautizada el siglo XIV.
Según una leyenda medieval, el emperador Augusto, turbado por la decisión del Senado de tributarle honores divinos, pidió consejo a la Sibila Tiburtina, la cual, vaticinó que desde el cielo descendería “el Rey de los siglos”. Atento a la profecía, Augusto observó un torrente de luz deslumbrante, la Virgen con el niño Jesús en sus brazos descendió mientras una voz misteriosa proclamaba “este es el altar del Hijo de Dios”. Fue entonces cuando mandó construir en el Capitolio un altar -aracoeli- al “Hijo del Dios del Cielo”. El nacimiento de este niño tuvo lugar cuando todavía él era Emperador.