La lluvia, igual que en aquel recordado 2 de mayo de 1948, quiso erigirse protagonista del acto central de la celebración del 450 Aniversario de la llegada a Lucena de la imagen de María Stma. de Araceli desde Roma.

La Real Archicofradía y el pueblo de Lucena pusieron todo el empeño en la preparación de la Misa Pontifical de acción de gracias por estos 450 años de maternal devoción. El acto, programado inicialmente en la Plaza Nueva, magníficamente preparada para la ocasión, tuvo que celebrarse en el interior de la Parroquia de San Mateo, donde se hacía difícil encontrar un sitio a pesar de las dimensiones del templo. La procesión de entrada sí cruzó por la Plaza hasta el templo, donde por necesidad, se rompió el protocolo de reserva de espacios, ni siquiera para autoridades civiles y militares que estuvieron presentes, así como algunos miembros e instituciones del comité de honor. Presidió la eucaristía el Excmo. y Rvdmo. Obispo de la diócesis, don Demetrio Fernández, y concelebró el Vicario Episcopal de la Campiña, Ilmo. Sr. don Jesús Poyato Varo, el rector del Seminario, don Antonio Prieto Lucena y, con la asistencia del seminario de San Pelagio y Redemtoris Mater, así como de sus formadores,y numerosos sacerdotes, tanto hijos de Lucena como quienes ejercen su ministerio en la localidad. Asistieron representaciones de las hermandades filiales de Ntra. Señora de Araceli, de todas las de gloria y pasión de Lucena,y algunas otras invitadas.

En su homilía,don Demetrio volvió a insistir sobre las importancia de los valores cristianos y de la fe católica en nuestra sociead actual. Con contundencia afirmó “Dios no estorba en esta sociedad”, y animó a los jóvenes lucentinos y a todos los de la diócesis a vivir el próximo año una Misión Juvenil en torno a la Santísima Virgen de Araceli, como un encuentro con Jesús y María. Finalizada la eucaristía, en la que la orquesta del conservatorio Chicano Muñoz y la Coral Lucentina intrvinieron, en un ambiente estupendo de celebración, con la asistencia de aracelitanas vestidas con mantilla, algunas de ellas que lo fueron desde 1948, se organizó la procesión por la Plaza Nueva, una vez se tomaron las pertinentes reservas respecto a la meteorología. Durante el primer trayecto, acompañó a la Señora delante del paso el Obispo de Córdoba. Fue una mañana de sentimientos encontrados, pero sobre todo, lució la Virgen, Reina y Señora de Lucena y del Campo Andaluz, vestida con su terno blanco en el trono dorado y policromado de San José Artesano, y adornada de cientos de rosas. En cada una de ellas los recuerdos de los devotos que la quisieron y la llevaron en su corazón, y en cada mirada la esperanza de todos los que presenciamos su majestuosa salida extraordinaria en procesión.